domingo, 10 de abril de 2011

Teatro: Una mascarita.


Hoy vamos a hablar de la máscara más pequeña de todas. ¿Alguien adivina cual es? ¿Será acaso un de esas mascaras de comedia del arte? ¿Estaremos hablando de uno de esos antifaces para fiestas? En el teatro nos podemos encontrar con un sin número de máscaras como las de comedia ya mencionadas. Entre ellas están las expresivas y las de larva, mascaras de teatro ‘Noh’ o inclusive ritualistas que corresponden a distintas danzas tradicionales.

La diminuta careta de la que hablo en esta ocasión cubre solo una pequeña parte de un rostro, y esa parte es la nariz.  Si me refiero a ese punto rojo tan singular que caracteriza tanto a los payasos. No podía resistirme mas así que hoy hablaré de un arte solitario que pocos consideran más que una simple forma de entretenimiento en un circo.

El arte del clown moderno comienza a tomar forma un par de siglos atrás entre los herederos de la Comedia de Arte. Estos personajes eran creados a base de mímica, gestos y uso corporal. Ellos solían ejecutar sus hazañas en plazas públicas y habían llegado a reemplazar a los actores de comedia expulsados de París. A finales de 1972 estos actos habían comenzado a llamar la atención; sin embargo los actos de payasos en el circo como los conocemos comenzaron a desarrollare cuatro décadas más tarde a principios del siglo XIX.

Cuando alguien dice ‘payaso’ es común en nosotros pensar en un individuo ridículo con la cara pintada que infla globitos con  forma de animales. A decir verdad, esto es muy característico de los payasos, son ridículos como nadie más, no siempre están pintados pero no es algo que no estén dispuestos a hacer, inflar globitos puede ser uno de su muchos talentos; pero la naturaleza de un clown en mucho más compleja de lo que pensamos.
En la tradición circense  estos personajes  servían como ‘actos de relleno’, es decir que entretenían al público mientras algo técnico sucedía en el escenario. Si el acto del domador finalizaba, sacar a los leones y desarmar la jaula daba como resultado un tiempo de espectáculo muerto. Los payasos entonces se encargaban de suavizar y dar vida a las transiciones.

Con el tiempo estos actos se desarrollaron tanto que se convirtieron en un arte propio. De cierta forma estos individuos terminaron por apropiarse de un ‘show’ en el que el mayor atractivo eran los acróbatas, domadores, etc. Al aparecer, continuamente, durante cada presentación ellos se iban ganando la simpatía del público. Por ahí se dice que muchos acróbatas, una vez sus cuerpos envejecían y dejaban de ser aptos para pruebas de enorme destreza física, escogían terminar su carrera como payasos. Esa era prácticamente la mejor opción para continuar viajando con el circo lo cual era y es aun hoy en día un modo de vida.

Hay muchas suposiciones sobre la aparición de la nariz roja. Mucho clowns solían imitar o representar a vagabundos borrachos que dormían en las calles con ropajes desgarrados. Por el frío, dormir sin un techo y  el constante consumo de alcohol hace que la nariz se les ponga de este color. Esta explicaión también nos da un entendimiento la actitud errática de los payasos.
Dentro de cada espéctaculo se encuentran diferentes tipos de payaso:
Payaso blanco: hay de tres tipos, el serio, el europeo y el grotesco. Estos son los que dominan la escena, son precisos y talentosos en su actuación. Son elegantes y aristócratas. En nivel de jerarquía, estos son los payasos mandones que domina en escena.
El Augusto: Se dice que estos son los más cómicos, son torpes y ridículos. Cuando actúan con uno de los ‘Blancos’  son los ‘Augustos’ los que acaban ridiculizados.    
Vagabundos: Son antisociales, casi no hablan y sus actos suelen ser silenciosos. Su actitud refleja su dura vida. En jerarquía, ellos en escena acaban siendo ridiculizados tanto por los ‘Blancos’ como por los ‘Augustos’.   

Un cuarto tipo es el payaso en personaje los cuales pueden ser cualquiera de los anteriores pero representando a una persona en especifico en un acto.
En realidad el uso de la nariz roja depende de cada persona cuando va descubriendo su payaso interno. Lo mágico de este arte es que cuando vemos a un payaso en escena no se ve a un súper acróbata, o al mejor actor del mundo en escena. Tampoco a un virtuoso de la música o poderos bailarín. Lo que vemos es a un performer que se desnuda ante un público desconocido y nos dice: ‘yo no sé actuar, no sé bailar, pero esto es lo que puedo hacer…’ y los vemos hacer el ridículo de una forma tan épica que nadie más se atrevería a hacerlo.

Se dice que los payasos son los seres más honestos en escena ya que ellos no tratan ser nada más que ellos mismos. Por eso mismo otro dicho dice que nunca se puede ser un verdadero payaso hasta haber cumplido cincuenta años de edad. Son nuestras vivencias y experiencias en el mundo las que nos preparan para esta honestidad en un escenario.